A nadie se le niega una firma: es ésta una afirmación popular que bajo conceptos equivocados unos y malévolos otros, cada día cobra vigencia y se ha hecho evidente con ocasión de los últimos acontecimientos políticos en el país, tal como lo reportó la Registraduría Nacional del Estado Civil, al referirse a diferentes inscripciones de candidatos, adelantadas con el propósito de participar en las próximas elecciones.
Esta clase de situaciones, lo que ratifican es la falta de cultura democrática que aún persiste en el pueblo colombiano, pero también la falta de responsabilidad, de compromiso y de carácter de quienes sin importar las consecuencias, firman con nombres y números falsos o aún sin tener ni la menor intención de votar o perteneciendo a otros departamentos o ciudades; no son pocos los que aparentemente manifiestan un supuesto apoyo porque prefieren congraciarse con el candidato y evitar decirle lo que en realidad piensan sobre él, sobre su programa de gobierno o su partido político. Esto, aunado a la falta de información que también puede existir por parte de quienes realizan la ejecución operativa de la recolección de firmas, sin dejar de lado tampoco, la manipulación que sobre este mecanismo de inscripción, suelen hacer determinados candidatos para hacer alarde de un aparente respaldo.
Esta clase de hechos debe servir para reflexionar, para tomar conciencia sobre la importancia y las implicaciones que tienen las decisiones que se adoptan, para entender que la política se debe hacer con responsabilidad y que no se trata de un juego o una compra-venta como muchos pretender hacerla ver. A través de la participación en una contienda democrática, se tiene la oportunidad de definir ese futuro mejor en el que todo ciudadano piensa y por eso vale la pena tomarse un momento para analizar la clase de proyección que se está apoyando.
Cada cual se labra su propio destino y decidir hasta qué punto se aspira que sea mejor, es algo que toda mujer, hombre, joven o adulto mayor define como resultado de las actuaciones realizadas en el presente. De tal manera que votar y elegir significa mucho más que unas simples palabras, es más que apasionarse por un lema, o un color, o un partido; es escoger el camino que queremos recorrer en el lugar que decidimos vivir.